ARTÍCULOS DEDICADOS AL LADO DESCONOCIDO DE LA GUERRA

28/09/2012

ULTRA SECRETO

WUWA! – WUNDERWAFFEN : EL PROYECTO ATÓMICO NAZI

PARTE 1

La historia oficial.

    En su wagneriana caída, el tercer Reich mantiene el ánimo combativo de millones de alemanes con una promesa: la existencia de WuWa, la WunderWaffen, un “arma maravillosa” definitiva que cambiará para siempre el rumbo desfavorable de la guerra. Simultáneamente desde 1942 se desarrolla en Estados Unidos un esfuerzo industrial y científico sin precedentes: el llamado “proyecto Manhattan”, destinado a crear la bomba atómica.
    Estados Unidos sabe que Alemania tiene los técnicos, los científicos y el poder industrial necesario para abordar la fabricación de la bomba atómica, pero aparentemente desconoce el grado de desarrollo atómico del régimen nazi. La guerra transcurre, y a excepción de los ataques efectuados por los cohetes V-1 y V-2, y de los aviones a reacción Me-262, no hay rastro de las anunciadas armas definitivas alemanas.
    A principios de 1945 el colapso del ejército nazi es inminente, sus comunicaciones y suministros han quedado destruidos y en mayo el fin llega tras el suicidio de Adolf Hitler. Un comando especial del servicio de inteligencia americano, al que se conoce como “ALSOS”, se encarga de investigar y recopilar cualquier información referente al programa de la hipotética bomba atómica nazi.
    Finalmente el comando encuentra, escondido en una gruta excavada bajo una iglesia de Haigerloch, el reactor experimental B-VIII, un tosco recipiente de agua pesada, con un par de inservibles reactores sumergidos en su interior. Samuel Gouldsmit, jefe de la operación “ALSOS”, es tajante en sus conclusiones: el proyecto de la bomba atómica de Hitler fue un mito creado para someter la voluntad de millones de alemanes a una resistencia sin esperanza en una guerra suicida . La prometida WuWa no existió jamás.

Farm Hall: los científicos alemanes hablan.

    Uno de los objetivos principales de la operación ALSOS era capturar a aquellos científicos alemanes que podían haber jugado un papel considerable en el desarrollo del hipotético programa atómico nazi. Sin demasiado esfuerzo, son encontrados Heisenberg, creador del principio de incertidumbre y premio Nóbel de Física, y Otto Hahn, descubridor en 1938 de la fisión nuclear, clave para el futuro desarrollo de la bomba atómica.
    También son detenidos Kurt Diebner y Walter Gerlach, principales responsables políticos del “uraniorum”, el programa “oficial” de energía nuclear alemán, con sede en la llamada “Virus House” de Berlín. Poco después de la guerra, el puñado de científicos capturados son internados en una casa de campo equipada con micrófonos, a la que se conoce como “Farm Hall”.Allí se observan atentamente las reacciones y conversaciones de los sabios, con objeto de conocer en profundidad el estado de las investigaciones nucleares durante el tercer Reich.
    Se obtienen algunos datos: en 1942, se reúnen en Berlín Heisenberg y Albert Speer, entonces flamante ministro de armamento del Reich, en sustitución del recientemente fallecido Dr. Todt. Heisenberg le comunica a Speer que no es posible técnicamente una bomba atómica en un plazo inferior a tres o cuatro años, y que solo es interesante y practico un esfuerzo orientado al desarrollo de un reactor nuclear que permita la propulsión de submarinos. En consecuencia Albert Speer otorga al grupo de Heisenberg la escasa cantidad de dos millones de marcos, cifra veinte veces superior al ridículo presupuesto inicial solicitado por el propio Heisenberg. Después de tres años, los resultados de dicha investigación nuclear son prácticamente nulos. No hay reactor, no hay bomba. Tan solo un ciclotrón que es rápidamente incautado por los rusos en su avance hacia Berlín, y un reactor no operativo en el pequeño pueblo de Haigerloch.
    Cuando el 6 de agosto de 1945 les es comunicada la explosión de la bomba atómica de Hiroshima a los retenidos en Farm Hall (Reino Unido), la incredulidad y sorpresa de los alemanes es absoluta.
    Todo quedara reflejado finalmente en un libro escrito por el propio Samuel Gouldsmit: “Myths around the german atomic Bomb”, en el que se concluye que la investigación científica y tecnológica era inviable en la tiránica Alemania nazi, y que dicho avance solo es posible en los países que se ajustan a los esquemas de la democracia liberal angloamericana. Punto final.

PARTE II

Uranio enriquecido U-235: ¿quien llegó antes?

    El uranio que puede encontrarse en la naturaleza esta compuesto en un 99% de uranio 238, no fisionable y por tanto no apto para hacer bombas atómicas, y un 1% de uranio 235, fácilmente fisionable. Una excepción son las minas de Oklo, en el país centroafricano de Gabón, en donde en 1972 se encontró uranio natural con un 70% de isótopo U235 y vetas de mineral que generaban reacciones sostenidas espontáneas, así como cantidades significativas de plutonio 239 en estado natural.
    El proceso de separación de los isótopos de uranio es muy complejo, ya que no puede hacerse por vía química, solo mecánicamente. Los norteamericanos del proyecto Manhattan usaron un sistema de confinamiento electromagnético de separación de isótopos, llamado calutrón, que tras dos años de arduos trabajos y un gasto cercano al billón de dólares, solo había producido dos gramos de U235 a finales de 1944.
    Posteriormente, en enero de 1945 los americanos iniciaron otro procedimiento de separación basado en un costoso sistema de filtrado mediante membranas de polvo de níquel comprimido del gas hexafluoruro de Uranio, que, aun siendo más eficaz, apenas permitió tener disponibles dos kilogramos de U235 en Julio de 1945.
    El tercer sistema basado en un sistema súper-centrífugo, inventado por el alemán Von Ardenne para la producción masiva de U235 fue un éxito, pero dicho sistema solo fue conocido por los americanos desde 1958 y usado por los rusos desde 1946, después de la guerra.
    El sistema consiste en una cadena de tubos en cascada de unos 10 a 15 centímetros de diámetro que se hacen girar a una 30.000 revoluciones por segundo. El hexafluoruro de uranio con u235, más ligero que el que contiene u238, permanece en el centro del cilindro, de donde es absorbido e inyectado en un nuevo cilindro centrífugo, y así sucesivamente hasta conseguir una pureza de u235 del 95%.
    Otro ingeniero austriaco llamado Gernot Zippe que colaboro con Von Ardenne y que fue capturado también por los rusos, consiguió emigrar a los estados unidos en 1958, atribuyéndose la invención del sistema centrífugo y patentándolo en occidente en 1960, en donde se conoce como Método Zippe de enriquecimiento de Uranio. Desde 1960 hasta 1985 el sistema centrífugo fue usado también en Estados Unidos. Es diez veces más eficaz y de mucho menor consumo eléctrico que el sistema de filtrado americano. Aun hoy los rusos siguen usando el sistema centrífugo, y de hecho son los mayores productores del mundo de U235. El sistema de enriquecimiento mediante cascada de súper-centrifugadoras es usado además en Holanda, Corea del Norte, China, Irán, Irak e Israel.
    Como resultado de lo anterior, y ante la imposibilidad del proyecto americano de realizar una bomba de uranio 235, enfocaron todos sus esfuerzos en la fabricación de una bomba de plutonio 239, elemento artificial también fisionable apto para la fabricación de bombas. En 1942 el físico italiano del proyecto Manhattan, Enrico Fermi, consiguió poner en funcionamiento sostenido un reactor nuclear que permitía la fabricación de plutonio Pu239, mediante la radiación intensiva del uranio 238. A pesar de todo, los Estados Unidos solo disponían de 6 kilogramos de plutonio a mediados de Julio de 1945.

Una prueba antes de la ofensiva de Kursk.

    En las vísperas de la batalla de Kursk, un teletipo por valija diplomática fue enviado a todas las embajadas alemanas en Europa. En dicho comunicado se informaba de que había sido realizada con éxito la prueba de una bomba nueva, de poco tamaño y formidable potencia.
    Se trataba de una bomba mixta de explosivo convencional y una pequeña cantidad de material fisionable que habría hecho las veces de fulminante de alto poder sobre la carga de explosivo convencional. Pero los alemanes ya tenían una prueba de la eficacia de sus métodos en el manejo de material nuclear. Y lo que es más importante: ya en 1943 los alemanes hicieron acertadas estimaciones de la potencia de una bomba atómica de uranio.
    De 1943 son los detallados planes nazis de ataque nuclear contra Nueva York ideados por la OKL, la oficina de la Luftwaffe de Hermann Goering, en donde se especificaban exactamente los valores en kilocalorías por kilómetro cúbico del efecto de una explosión nuclear en Manhattan, y que coincidían por completo con la cantidad de kilotones de la bomba que seria usada el 6 de agosto de 1945 sobre Hiroshima.

 

“Zielvorschlag New York” (Objetivo Nueva York).

    En 1987 se publicó una obra que hoy es ya un clásico: “Waffen und Geheimwaffen des deutschen Heeres. 1933-1945.”
    El autor es el historiador Fritz Hahn que pertenece sin la más mínima duda al campo de la historiografía más académica y oficial.
    En la página 168 del tomo II se encuentra reproducido el siguiente documento:

    Nos encontramos pues, ante un documento perfectamente conocido y aceptado como auténtico, por la más rigurosa historiografía oficial.
    Este plano se realizó en Alemania en 1944 y se le relaciona en todo momento con los proyectos que surgieron aquel año para bombardear Nueva York con cohete como el A-9/A-10 o con aviones espaciales como los concebidos por Eugen Sänger. Según los historiadores oficiales, estos ingenios habrían transportado cargas explosivas convencionales de una o dos toneladas.
    Pero para lanzar esas dos toneladas sobre América se requería un costoso cohete de 100 toneladas de peso. Un arma tan antieconómica sólo podría haberse usado a muy pequeña escala y con un impacto más psicológico que militar. He aquí el motivo de que todos estos proyectos fuesen cancelados, concluyen los historiadores ortodoxos.
    Pero si se fijan con atención en el documento, verán que éste nos cuenta una historia MUY DIFERENTE.
    Como se puede ver nos encontramos ante un mapa que indica la densidad de distribución calorífica (en kilocalorías por kilómetro cuadrado) que generaría cierto bombardeo de la ciudad de Nueva York.

Se indica:

  • La zona circular de daño máximo, que llega hasta los 1,35 km de distancia del centro de impacto.
  • La zona de daño secundario que alcanza hasta un radio de 4,35 km del centro teórico de impacto.
  • Un círculo punteado de 2 km de radio, que indica la zona de dispersión probable del impacto, es decir, la zona alrededor del centro teórico de impacto donde el misil caerá probablemente de modo efectivo.

    Lo importante es fijarse ahora en las cifras indicadas. La densidad de cobertura calorífica media en la zona de daño máximo es de 1,4 por 10E8 kcal/kmE2 y en la zona de daño secundario de 7 x 10E6 kcal/kmE2.
    Es decir, que en un círculo de 1,35 km se depositarían 140.000.000 kcal por cada kilómetro cuadrado; o lo que es lo mismo 140.000.000.000 calorías por kilómetro cuadrado (140 mil millones).

Con ayuda del gráfico es fácil calcular la energía calorífica total que se habría depositado:

Zona de daño máximo 7,435 x 10E8 kcal.
Zona de daño secundario 3,695 x 10E8 kcal.
Energía calorífica total depositada 11,130 x 10E8 kcal.

    En una explosión nuclear típica, aproximadamente entre el 6 y el 8% de la energía desprendida se irradia sobre las superficies adyacentes. Sabido esto y conociendo la equivalencia en calorías de un kilotón (un kilotón o kt equivale a la fuerza explosiva de 1.000 toneladas de TNT, que equivalen a su vez aproximadamente a 1,12 x 10E12 colorías) es fácil estimar la potencia de la bomba que habría generado la onda de choque térmica del mapa.

Los valores que se obtienen están entre los 14 y los 18,8 kt.

Algunas consideraciones:

a) Es por supuesto completamente imposible producir los estragos que muestra el plano usando cohetes con cabezas convencionales de una o dos toneladas, a no ser que se usen muchos miles simultáneamente.

b) Toda explosión atómica produce tres efectos principales: onda de choque, efecto térmico y radiaciones. Pero es el calor el que causa el 60% de las muertes en toda explosión mayor de 10 kt.
Este es el motivo por el que los científicos alemanes se limitaron a indicar el alcance letal de los efectos térmicos. En la zona de daño máximo se depositan 14 calorías por centímetro cuadrado (14 cal/cmE2). Dado que con 10 cal/cmE2 ya se producen quemaduras mortales de tercer grado, se comprende que lo que el mapa nos indica es el área en el que la tasa de mortalidad habría sido prácticamente del 100% (toda la parte central y sur de la isla de Manhattan).

c) Los parámetros de este artefacto se parecen a los de la bomba de Hiroshima de modo “asombroso”:

  • La mayoría de autores estiman la potencia de Little Boy entre 15 y 20 kt.
  • En Hiroshima se depositaron 10 cal/cmE2 hasta un radio de 1,6 km (Encyclopedia of Sciencie & Technology. Volumen 12, página 130. Editorial Mc Graw Hill).

    Haciendo una breve extrapolación lineal vemos que este artefacto habría liberado unos 11 cal/cmE2 en ese mismo radio.

d) En definitiva podemos ver que los autores del documento que nos ocupa tenían un conocimiento preciso de los efectos del artefacto que habían planeado lanzar.
Pero la bomba atómica era un arma completamente nueva y revolucionaria cuyos efectos exactos no se podían prever con tanta precisión.

Hitler tranquiliza a Mussolini.

    En Abril de 1944 tuvo lugar una importante reunión en el castillo de Klessheim de Salzburgo, a la que asistieron Benito Mussolini, Adolf Hitler, el mariscal Rodolfo Graziani, Von Ribbentrop, Keitel, Dollman y el embajador de Alemania en Italia, Rhan.
    Con objeto de tranquilizar a su aliado, Hitler le transmitió una información extraordinaria, corroborada por varios testigos en declaraciones hechas tras la guerra.
    Hitler dijo: “…tenemos aeroplanos a reacción, tenemos submarinos no interceptables, artillería y carros colosales, sistemas de visión nocturna, cohetes de potencia excepcional y una bomba cuyo efecto asombrara al mundo. Todo esto se acumula en nuestros talleres subterráneos con rapidez sorprendente. El enemigo lo sabe, nos golpea, nos destruye, pero a su destrucción responderemos con el huracán y sin necesidad de recurrir a la guerra bacteriológica para la cual nos encontramos igualmente a punto. No hay una sola de mis palabras que no tenga el sufragio de la verdad. ¡Veréis!..“.

FUENTE: http://sgm.casposidad.com/

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